
Realizar mi propio análisis me sorprendió bastante debido a que me percaté del desorbitado uso que hacemos de estas nuevas tecnologías de las que ahora disponemos, y es que no puede hablarse de minutos, sino de horas completas.
Fueron varias las conclusiones a las que llegamos.
En primer lugar, no pasamos el mismo número de horas produciendo mensajes que
siendo receptores de estos. Por ejemplo, el consumo medio de un grupo de seis
personas se situó en 10 horas como receptores mientras que alrededor de
1 hora y 30 minutos como productores. Por otra parte, ha de tenerse en
cuenta y a modo de excusa a tales cifras, que pueden llevarse a cabo varias
actividades a la vez, como por ejemplo, escuchar la radio mientras se navega por
Internet o se revisan las redes sociales.
Otro hecho del que nos hemos percatado es que ya
casi no usamos los teléfonos para una de sus funciones principales, la de llamar.
Sólo los estudiantes que procedemos de otras ciudades que no son Segovia
tenemos una media de minutos más elevada. Puede encontrarse un porqué en el
reciente resurgimiento de nuevas posibilidades, como por ejemplo, las múltiples
redes sociales existentes o el hecho de que se puedan realizar video chats con
ciertas aplicaciones de forma gratuita.
Actualmente, vivimos en una era completamente tecnológica. El ordenador, la consola, el móvil, GPS, las cámaras digitales, reproductores
musicales, los videojuegos, la tableta: este es el
equipamiento común de buena parte de la sociedad.
Internet ofrece grandes
posibilidades de acceso múltiple y los teléfonos móviles facilitan una mayor
autonomía y permiten organizar relaciones
y actividades de una manera más ágil. Por su parte, los videojuegos pueden
desarrollar muchas capacidades: coordinación psicomotora, orientación espacial,
coordinación espacio-temporal…, si son utilizados de una forma responsable y
por otra parte, el gran peso de las redes sociales concede la posibilidad de
estar conectados las 24 horas del día.
Sin embargo, a día de hoy
realizamos un uso superficial de las nuevas tecnologías. De este modo, se ha empezado a advertir sobre los riesgos y el
impacto del mal uso de estos aparatos tecnológicos. Desde la Organización
Mundial de la Salud (OMS) se advierte que “para
el año 2025, la dependencia a dispositivos móviles será de un 95%
convirtiéndose en una adicción constante”. También afirma que estar
permanentemente al lado de estos dispositivos podría aumentar el riesgo de
tumor cerebral, asociándose tal efecto al contacto directo con las ondas
electromagnéticas que los aparatos producen. Entre otros síntomas, se destaca
también: insomnio, dificultades para concentrarse, dolor de cabeza y ansiedad.
Por su parte, las
dificultades físicas también hacen presencia en el momento en el que se abusa de estos dispositivos, ya que malas posturas del cuerpo pueden
generar contra indicaciones en la salud física y motora.
Como conclusión y a modo de recopilación de todo lo expuesto,
podría decirse que estar comunicados y deleitarnos de las facilidades de los
aparatos tecnológicos tiene grandes beneficios, pero también supone grandes problemas,
ya que cada vez abusamos más y terminaran por formar una parte indispensable en
nuestra vida cotidiana.